jueves, 25 de septiembre de 2008

EL PARADIGMA DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR Y LAS INSTITUCIONES PARTICULARES

Autor: Ivonne Garduño


Latinoamérica enfrenta un inevitable proceso de cambio, las sociedades subdesarrolladas estamos expuestas a la rigidez de las instituciones y procedimientos, lo que incide en una cultura educativa que no cumple con las necesidades específicas de nuestra sociedad.

Es necesario analizar y replantear los paradigmas de la educación superior de nuestro país para alcanzar los objetivos educativos de calidad que nos exige el mundo global.

El objetivo del presente ensayo, trata de analizar de forma general la problemática de la educación superior en su vertiente enfocada directamente a las escuelas particulares.

Contexto en nuestro país

América Latina se ha enfrentado a una serie de retos propiciados por una sociedad global, en donde lo económico parece que toma cada vez más ventajas. No obstante este mismo factor ha permitido un mayor financiamiento en educación, específicamente en nuestro país, el porcentaje del PIB asignado a la educación ha ido en aumento y el presupuesto asignado por alumno también se ha incrementado en los últimos años, sin embargo este aumento del PIB y el gasto per capita están por debajo de los índices económicos adecuados y sobre todo muy por debajo de la inversión educativa de los países desarrollados.

Es así, que los problemas económicos y aquellos relacionados al pobre financiamiento de la educación en México nos hace ver la dificultad que representa el cumplimiento de los objetivos. Ésta realidad nos permite entender la problemática económica dentro de las universidades públicas, sin embargo las universidades particulares viven una realidad muy distinta, ya que de acuerdo a los parámetros marcados ante una sociedad globalizada el concepto de “autofinanciamiento” (que incluso el Banco Mundial propone también para las universidades públicas), está mermando en gran medida la eficiencia de estas instituciones.

Otro factor de peso, será también el relacionado con la gobernabilidad y la estructura de las políticas públicas. La transición nos ha colocado en una situación compleja y nos ha dejado un marasmo en política educativa, ya que la diversidad de ideologías y la ausencia de estrategias comunes, que se encaminen al logro de las mismas metas, detienen los planes, propuestas y reformas que en materia educativa se pudiesen llegar a implementar. No es un secreto que los intereses personales en muchas ocasiones son los que, en esta materia, rigen el quehacer institucional. Esta situación afecta a todas las universidades e instituciones que pretenden implementar nuevas estrategias de gestión o que pretenden innovar procesos.

Los sistemas educativos en general, no plantean programas de estudio eficientes y en ocasiones, adicionalmente resultan ser insuficientes. La calidad educativa debiera ser la premisa mayor de nuestras instituciones, pero ella implica la actuación de todos los involucrados en un ambiente multidimensional, que promueva la capacitación adecuada de los docentes y alumnos y la participación de la comunidad, incluidos padres, personal administrativo, sociedad civil. Estamos actualmente ante la sociedad de la información, bajo este contexto de calidad, debemos entender que la tecnología, el flujo de información y las comunicaciones tienden a desarrollar una mayor flexibilidad y movilidad del capital humano, nuestro principal activo institucional.

En las universidades particulares el tema de la calidad parece ser el más controversial, ya que como un medio para obtener recursos financieros, este aspecto se deja de lado. ¿En qué momento debemos aceptar a la educación como un negocio?, yo diría que nunca, la educación entendida en el contexto adecuado no debe tergiversar su verdadero objetivo. Este concepto entendido a nivel de la educación particular puede resultar mal entendido o bien complejo de entender.

Ha sido claro y evidente que en materia de calidad, las instituciones públicas han encaminado más esfuerzos y recursos; sin embargo, la educación pública aun es insuficiente y se ha visto obligada a recurrir al apoyo de las instituciones privadas para tener un mayor alcance. Alcántara nos recuerda que la matrícula ha ido en aumento y por tanto, se necesita mayor infraestructura y capital humano para atender las necesidades actuales.

Desafortunadamente entre las escuelas particulares existe una fuerte pugna por conseguir más alumnos e incluso lograr su deserción entre escuelas, las instituciones a este nivel deberían estar luchando con el mismo ahínco para lograr la permanencia de sus alumnos en base al incentivo de calidad que les permitiese alcanzar sus objetivos personales y por ende encaminar a nuestra sociedad a lograr los objetivos de nación.

La llamada “era de la tecnología”, nos acerca a un mercado con nuevas pautas de competitividad y desempeño. El Dr. Senior en el XIII Encuentro de Educación a Distancia mencionó de forma muy atinada que todo nuevo paradigma ofrece una promesa de éxito. Atendiendo a esta premisa, es entonces que debemos plantearnos nuevos paradigmas. Desafortunadamente y aún cuando la intención de la movilidad tecnológica es traspasar fronteras, muchas instituciones públicas y privadas no cuentan con la infraestructura tecnológica que les permita abrir canales de comunicación diversos y de intercambio. Es entonces que nos percatamos que no se trata únicamente de promover, desarrollar y capacitar para la implementación de los recursos tecnológicos, el problema va más allá y nos plantea nuevamente la problemática financiera, en donde el financiamiento es escaso para unos y el autofinanciamiento muchas veces no permite este desarrollo a otros.

Los retos de la educación superior

Es así, que los desafíos a los que se enfrenta la educación son múltiples y complejos. Sin hacer distinciones, todas las instituciones, públicas, privadas y técnicas deberán implementar programas de evaluación que les permitan, en primera instancia, detectar las necesidades propias de cada sistema.

En primer lugar el gobierno deberá atender de manera prioritaria a la educación, como el pilar de cambio de la sociedad, no será posible continuar pasivos ante la necesidad de crear políticas que regulen nuestros sistemas educativos, pero sobre todo y ante todo que normen el quehacer institucional y que exijan la acreditación de planes y programas, no solo a nivel nacional, si no también en el ámbito internacional.

Cuando llegue el momento en que las instituciones sean acreditadas a nivel internacional, habremos dado el primer paso hacia la calidad educativa. Las instituciones particulares tendrán entonces la obligatoriedad de ofrecer programas educativos de excelencia que respondan de forma cabal a las necesidades imperantes del mercado laboral.

Es cierto que organismos como la misma Secretaria de Educación Pública, han implementado diversos sistemas de control e incluso de acreditación, no obstante, estos sistemas presentan grandes vacíos y no contemplan la idea de la acreditación internacional, o bien, si la contemplan, no han llevado a cabo las acciones pertinentes.

Sin embargo, para lograr la calidad, no solamente deberán acreditarse planes y programas, es indispensable hacer una revisión exhaustiva de las formas de hacer gestión administrativa en estas instituciones. La burocracia y la demagogia que permean hacia el interior de las instituciones han sido responsables de muchos de los grandes errores que hemos cometido como parte del sistema educativo. Eliminar de raíz esta problemática será lo más pertinente para el avance sustantivo en materia educativa. Debemos buscar con ahínco que nuestra educación sea justa, igualitaria y democrática, atendiendo a la pertinencia.

En relación con el financiamiento institucional, sobre todo en el ámbito de escuelas particulares, debemos avanzar con tiento, quizá este sea el punto álgido que atañe a este tipo de instituciones. Se debe exigir a las instituciones que cumplan con una serie de requisitos, no solo en materia de calidad, también en materia de recursos humanos y materiales. Todas las instituciones deberían al menos contar con los servicios básicos, tecnológicos y de servicio para cumplir los requerimientos de innovación que marca nuestra sociedad. Esto, claro está, implica una inversión más alta, a lo que muchas escuelas de tipo particular se resisten. Sería indispensable contar con un organismo que evalúe la planeación financiera de las instituciones, que evalúe la gestión administrativa y que asegure que las escuelas cuenten con la infraestructura indispensable.

Debemos exigir a las instituciones particulares que cuenten con el personal docente debidamente capacitado y deberán existir programas permanentes de actualización. La revisión de estos programas deberá ser contínua y estos deberán actualizarse de forma regular.

Organismos reguladores como la SEP, atiborran a las instituciones de trámites engorrosos, pero fáciles de responder. Lo único que obtenemos a través de estos procesos es que las instituciones entreguen la documentación como un mero requisito, a sabiendas que esta documentación ira a parar a un cajón de escritorio únicamente. Si los mecanismos cambiaran, si los procesos fuesen más simples, pero a su vez más efectivos, seguramente lograríamos, en una dinámica de selección, que permanecieran aquellas instituciones educativas que realmente cumplan con los requerimientos educativos, tecnológicos y de calidad.

Si hacemos un recuento, principalmente identificamos cuatro grandes retos, uno relacionado con el financiamiento, otro que tiene que ver con las políticas públicas, el relacionado con la calidad y el reto tecnológico. Debe quedar claro, que estos retos no permanecen aislados, tienen una vinculación importante entre sí y no han sido tratados a profundidad. Muchos otros desafíos, derivados de diversos factores y de los cuales, una mayoría pueden incluirse dentro de los aquí mencionados, debemos tomar en cuenta, analizarlos, conocerlos, profundizarlos y sobre todo llevarlos a cabo.

Mientras las instituciones particulares permanezcan ajenas al cumplimiento de estándares de calidad, mientras la política interinstitucional continúe pasiva y no permita nuevas formas de gestión y evaluación, mientras el gobierno no elimine trámites burocráticos, mientras no exista y no se promueva la capacitación permanente, mientras la educación permanezca siendo selectiva, mientras no seamos concientes de nuestra responsabilidad en el proceso; no lograremos alcanzar los niveles de calidad correspondientes a las necesidades del mercado laboral y por tanto seguiremos perteneciendo a esos países que se quedaron en la intención más nunca alcanzaron sus objetivos de nación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Alcántara, Armando. Tendencias Mundiales en la Educación Superior: El papel de los Organismos Multilaterales.
2. Guzmán, Ricardo. Globalización, Estado-Nación y desarrollo: El caso de las políticas públicas en México. Revista austral de Ciencias Sociales. 2006. No. 11. pp. 25-33.
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4. Rodríguez, Roberto. Acreditación de la Educación Superior, El caso de México. Campus Milenio. Septiembre 2003. No. 50.
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6. Senior, Fernando. Nuevos Paradigmas para la Educación en Línea. Documento presentado en el XIII Encuentro Internacional de Educación a Distancia, Universidad de Guadalajara, México. Del 29 de Noviembre al 3 de Diciembre de 2004.

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